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Carmona es conocida como “La flor de los Albarqueros”, artesanos que trabajaban la madera haciendo albarcas o abarcas, calzado típico que permitía aislar el pie de la humedad del suelo. Declarado Conjunto Histórico Artístico, sus calles, casonas y el Palacio de Rubín de Celis bien merecen su visita.

Enclavado en el Valle del Nansa, aunque administrativamente pertenece al Ayuntamiento de Cabuérniga, en el vecino Valle del Saja, Carmona representa la esencia de la arquitectura montañesa de los siglos XVI, XVII y XVIII. Desde el Mirador de la Asomada del Ribero, a media Collada, Carmona aparece arropada por esa muralla natural que representa la Sierra del Escudo de Cabuérniga, y donde sus prados forman terrazas que antaño ocuparon tierras de maíz, cereal procedente de América que poco a poco se fue adueñando del paisaje. Te invitamos a un paseo por la tranquilidad que se respira en sus calles…

Comenzamos la visita desde el Barrio La Pesa. A diferencia de las grandes casonas que veremos en el centro del pueblo, este barrio se caracteriza por sus casas campesinas, más sencillas y de pequeño tamaño la mayor parte de ellas. Continuaremos por el puente que cruza el río Quivierda, afluente del Nansa. El recorrido nos llevará por una pequeña cuesta, hasta la parte más alta de Carmona. A medida que subimos, veremos una vaca tudanca en piedra, homenaje a este tipo de ganado autóctono montañés. Más adelante, alegres balconadas nos muestran una de las diferentes hileras que conforman el núcleo del pueblo. Continuamos callejeando en veremos una casa llana restaurada, la casa de la Corralá y la casa que se encuentra detrás de la iglesia que nos muestra tres balconadas y algún ventanuco bastante interesante. Pasaremos junto a la iglesia, donde la fachada de la entrada principal llama nuestra atención dadas sus dimensiones, las líneas arquitectónicas y el rico material de piedra de sillería que lo forma. Seguiremos camino para llegar hasta la Casona de la Vera, casona montañesa del siglo XVIII que merece contemplar. Callejeamos un poco para llegar al Palacio de Mier, también conocido como Palacio de Rubín de Celis o “El Parador” por haber sido hace tiempo un establecimiento hostelero. Es el mejor edificio de Carmona y ejemplo único en Cantabria dada la combinación de casona montañesa con la arquitectura barroca madrileña de la época de los Austrias. De ahí pasaremos a la Calle del Sol, donde encontraremos varias casonas y en cuya plazoleta veremos unas albarcas en piedra, homenaje a Amado, uno de los albarqueros que realizaban este tipo de calzado de madera de modo artesanal. Bajaremos hasta la calle de la Joya, otra hilera con varias casonas entre la que cabe destacar la Casona de Cossío y Mier. Para finalizar pasaremos junto a la casona de la Nozalea, edificio del siglo XVII que se diferencia del resto de casas carmoniegas barrocas en su estilo de líneas simples. Aquí en lo que fue una nogalea damos fin a nuestro paseo por Carmona.

Casas del Barrio La Pesa

Este barrio se caracteriza por sus casas sencillas y de pequeño tamaño. La mayor parte de ellas son casas llanas o con pequeñas solanas, usando para su construcción materiales sencillos como la mampostería. El uso de este tipo de piedra -tosca, de pequeño tamaño y económica- nos indíca el carácter campesino de este barrio a diferencia del resto del pueblo. Todas ellas se alinean formando pequeñas filas o hileras. El cultivo del maíz en la zona se ve reflejado tanto en su arquitectura (las solanas surgen para secar el grano de maíz) como en su paisaje, donde se levantan terrazas en las laderas para optimizar el tierra de cultivo.

Barrio de la Carpeza y la Vaca Tudanca

Tras cruzar el puente, subimos una pequeña cuesta que nos lleva al Barrio de la Carpeza. A nuestra derecha nos vigila una escultura dedicada a la Vaca Tudanca, una de las razas autóctonas de Cantabria.

LA VACA TUDANCA

Su nombrVaca tudancae lo toma de la cercana zona de Tudanca. De temperamento fuerte, es un tipo de ganado que se adapta muy bien al clima y a la orografía estando parte del año en semilibertad. Se dedicaba para las labores de campo, como animal de tiro ya que su leche no es abundante. Su carne es poca pero muy preciada en la cocina cántabra.

Nacen tanto hembras como machos de un color marrón o “colorao” que a los tres meses empezará a cambiar. Los machos son negros con un listón blanco en el lomo. Las hembras, por su color se dividen en josca, tasugas, avellana y corza. El escritor José María de Pereda decía de la vaca tudanca que era “ágil, fuerte, sobria y resistente”.

Aquí se celebraba la famosa “Pasá de Carmona”, desfile del ganado al final de verano cuando regresaban de pastar de los puertos de montaña.

Recogemos parte de una trova muy popular de esta fiesta:

Ya entra el pastor en el pueblo
Al ganadu da un silbatu
Las vacas bajan muy gordas
Y muy lucidos los jatos
Y se meten en la tasca
a beber unos vasos
El perru con sus carranclas
se sienta al pie de su amo

Llegamos al barrio donde destacamos sus balconadas, sobremanera en primavera y verano, que es cuando lucen engalanados de flores.

Casona de Cossío

Nosotros vamos a continuar hasta el Barrio del Robleu o Robreu. Ahí encontramos la Casona de Cossío, uno de los apellidos que se repiten a lo largo de nuestro paseo por los escudos de armas carmoniegos. El edificio no tiene grandes dimensiones pero es de buena calidad. Consta de dos plantas, fachada en piedra de sillería -lo que indica buena posición económica- y escudo en el centro donde aparecen los apellidos de Cossío, Celis y Terán.

No tiene solana o balcón corrido, algo común en parte de las casas de Carmona.

Casa llana

Aunque con algunas modificaciones, este es el tipo de casa tradicional que se construía hasta el siglo XVI. De una sola planta, con soportal y arco de entrada de piedra de sillería. Ya en el siglo XVII comienza a llegar de América productos como patata, tomate, cacao entre otros. Pero el que más cambios produce en nuestra región es el maíz. Cultivo que se adapta muy bien al terreno y produce en cantidades suficientes para el consumo y el comercio. Así las casas evolucionan de casa llana, como es este caso, a casa pajareta -como la llana pero con un altillo a modo de granero- finalizando en la casa con solana o balcón. Este elemento, la solana, servía para secar las mazorcas de maíz o las panojas como le llaman aquí. Estos cultivos y la llegada de caudales de América hacen que el siglo XVII, XVIII y XIX sean la época de construcción de la mayor parte de las casonas de Carmona.

Casa llana en la calle San Roque

Un poco antes de llegar a la iglesia, en la calle San Roque -llamada así porque existió una ermita con esta advocación- encontramos una casa llana del siglo XVI. A pesar de su mal estado, se conserva el soportal y la fachada con un gran arco de entrada modificado en parte por el añadido de un boquerón (hueco de gran tamaño que permitía entrar al pajar y que facilitaba la labor de “meter la hierba”).

Casona junto a la iglesia

Tras pasar la casa llana anterior, a nuestra izquierda bajamos una de las calles que rodean la iglesia y nos encontramos con otra de las casonas a destacar en Carmona. Este edificio es muy similar a las casonas carmoniegas del siglo XVII: fachada de sillería, soportal con dos arcos, balconada y en la parte superior a esta se le añade un buhardillón a la altura del desván.

Destacaremos como curiosidad las dos ventanucas que hay en la planta baja a ambos lados, estrechas y alargadas llamadas aspilleras o saeteras. Este tipo de ventanas es típico de construcciones defensivas como torres o castillos ya que permitían disparar la flecha o saeta (del latín sagitta) pero al ser tan estrecha impedía que ningún objeto pudiera entrar del exterior. Otras curiosidades las veremos dentro del soportal: por un lado el suelo es original y por otro, en la puerta de acceso a la vivienda encontramos la siguiente inscripción: “ESTA OBRA MANDÓ HACER FRANCISCO DIAZ DE COSSIO MIER. AÑO 1671”.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Esta iglesia fue mandada construir en el siglo XVIII por don Pablo Fernández Calderón. El edificio tiene planta de cruz latina a la que se le añaden el pórtico y la sacristía. La fachada principal es de estilo neoclásico construida en piedra de sillería, al igual que las partes importantes (ventanas, puertas, esquinales…). En el resto del templo se usa la mampostería, piedra más sencilla y fácil de manejar. En el interior los retablos originales son del siglo XVIII; la mayor parte de las tallas se han perdido pero de lo que aún queda destacar el grupo escultórico que hay en una de las naves donde se representa el árbol de la vida.

Casa blasonada (Campa del Otero)

Subiendo unas escaleras frente al pórtico de la iglesia, ascendemos hasta la parte alta conocida como Campa del Otero. Allí encontraremos un edificio de planta baja que conserva un sencillo escudo de pequeño tamaño. Además del edificio, lo interesante son las vistas que hay sobre Carmona. Desde ese punto se puede observar cómo los terrenos están dispuestos en terrazas para el cultivo de maíz, en sus tiempos. Mirando hacia el pueblo, vemos una montaña como fondo: se trata de la Sierra del Escudo de Cabuérniga.

La Sierra del Escudo de Cabuérniga es una alineación montañosa de dirección Este-Oeste, que recorre parte de la geografía de Cantabria haciendo de barrera natural entre La Marina y La Montaña. Esta formación en geología se denomina cabalgamiento o falla cabalgante.

Debido a los movimientos tectónicos, se produce una rotura de la corteza de la tierra y una de las partes “cabalga” sobre la otra de forma inversa (falla inversa). Esto es lo que explica que los materiales más antiguos estén sobre los más modernos.

Casona de la Vera

Este edificio es una clásica casona barroca del siglo XVIII. Nos vamos a detener un poco más ya que nos va a servir de ejemplo para otras que encontraremos más adelante.

Es a finales del siglo XVII y durante el siglo XVIII cuando la casa de dos plantas con solana y soportal, adopta su máxima expresión en la casona barroca. La casona montañesa por excelencia con muchos elementos decorativos (escudos, tallas en la madera de balcones y aleros, rejería de forja…). Tanto este tipo de edificios como los del siglo XIX, fueron impulsados por el capital indiano, esas gentes que hicieron fortuna en América y que luego enviarían dinero para construir además de este tipo de casonas, parte de los edificios religiosos de la zona.

Las partes de la casona son comunes. Adjuntamos un ESQUEMA que sirve de ejemplo para esta y las que más tarde veremos:

CASONA BARROCA MONTAÑESA

casona

Orientación Sur – Sureste, en la mayor parte de los casos, para aprovechar el calor y la luz solar.

El material empleado: piedra de sillería (piedra de calidad tallada y de gran tamaño) que se emplea en la fachada principal y en las zonas importantes, arquitectónicamente hablando, como son esquinales y marcos de puertas y ventanas. La mampostería (piedra más sencilla en calidad e irregular, fácil de manejar de ahí su nombre: mam- mano/ postería- poner) se empleará en el resto de muros, cubriéndolos con enlucido y encalándolos posteriormente, aplicando colores blancos, azulados o rojos, dejando sólo a la vista la sillería. Actualmente en la mayor parte de las casas ese enlucido ha desaparecido (quizás por un tema de modas), dejando al descubierto la mampostería.

Planta baja: soportal o zaguán con arcos de medio punto junto con uno o dos cuartucos llamado cuarto lateral o del peregrino.

Primera planta: balconada que ocupa toda la fachada, también llamada solana (de zona soleada). En cada tramo se abre un hueco (puerta o ventana) para dar luz al interior. Todo ello protegido por el muro hastial o cortavientos.

Tejado a dos aguas con teja árabe y aleros de madera, bajo el cual se encuentra el desván. Los elementos decorativos tallados en piedra pueden ir en los pilares del soportal, dinteles de puertas y ventanas. Lo decorativo en tallada de madera serán en el balaustre del balcón, mensulones y aleros de madera.

En el caso de la Casona de la Vera, tiene en la planta baja soportal con dos cuartos laterales. Destacamos del conjunto la decoración. La piedra ha sido tallada en detalle: en el pilar donde aparece un esquema de figura humana y motivos vegetales. En el interior del soportal, el dintel de la puerta está ricamente decorado con florones y flores de lis; en la primera planta también aparecen varios detalles tallados en puertas y ventanas. En el caso de la decoración de la madera es mucho más sencilla: en el balcón aparecen castañuelas y detalles sencillos en mensulones y aleros.

Casa en el Otero

Continuamos frente a la Casona de la Vera en dirección al Palacio de Mier, pero antes de llegar iremos rodeando un edificio: la casa en el Otero. Actualmente es una cuadra aunque en su tiempo fue una casa llana. De esta nos quedan los restos del arco de entrada, junto a la puerta actual. Rodeando el edificio hay dos ventanas gemelas de época gótica.

Palacio Rubín de Celis

Es el edificio más imponente y elegante de Carmona. Es conocido también como el Palacio de Los Mier o La Venta de Carmona, por su anterior uso como hotel. Mezcla elementos de las casonas montañesas- arcos del soportal, balcones y escudo- con elementos de la arquitectura barroca madrileña de los Austrias- las torres a ambos lados- lo que le hace ejemplo único en Cantabria.

Fue construido en 1715 sobre un edificio anterior, cuyos restos que han sido reutilizados en casas cercanas, por Don Francisco Díaz de Cossío. Con fachada de sillería, se diferencia bien dos cuerpos: el central y las dos torres laterales. En el cuerpo central, de influencia montañesa, destacar el gran escudo sostenido por dos guerreros y que representa las armas de los apellidos Díez, Cossío, Calderón y Mier. Apellidos que se repiten en los escudos de otras casas carmoniegas. El muro se remata con un friso en piedra con aspas talladas iguales a las que decoran los pilares de los arcos del soportal.

Casonas de la Calle del Sol y albarcas

La Calle del Sol está formada por pequeñas hileras de casonas, que se escalonan adaptándose al desnivel del terreno. Las casas siguen el mismo modelo montañés que de la Casona de la Vera (ver punto 9) aunque alguna ha resultado transformada cerrando bien el soportal bien la solana, con el fin de ampliar el espacio habitable.

Frente a estas casas encontramos un monumento al símbolo de Carmona: las Albarcas. De hecho ya hemos mencionado el sobrenombre que recibe el pueblo, “La Flor de los Albarqueros”.

 

LA ALBARCA

La albarca es un tipo de calzado de madera, muy práctico en el clima húmedo en el que vivimos, que permite aislar el pie de la humedad, el frío y el barro cuando se sale a realizar las labores agrícolas. Se calza con escarpines –tipo de calcetines de lana- o con zapatillas.

Voy a por tajos” era una expresión habitual para la primera labor para la elaboración de la albarca. Se trata de acudir al monte a cortar los troncos. La madera más resistente y preciada es el abedul aunque se usa también la madera de alisa, nogal o haya. Han de cortarse en cuarto menguante, ya que la savia del árbol va hacia las raíces haciendo la madera más resistente. Con un hacha se le va dando la forma al tajo, luego pasará al banco de trabajo para completar esta tarea con la azuela. Más tarde se hará el vaciado con el barreno, extrayendo con sumo cuidado las astillas y terminando la labor con la legra. Se lija por último el exterior y se hace la decoración y el barnizado. Se trabajan en verde hasta dejarlas casi terminadas, tras lo cual se dejan secar a la sombra y de pie, para que no se deformen.

La numeración se calcula en centímetros, de modo que el que calza un 40 necesita una albarca de 25 cm. Se diferencian las de hombres y mujeres además del tamaño, la forma y decoración siendo más fina para mujeres y más tosca para los hombres. Antiguamente el color variaba, usando el negro para sacerdotes y viudas y marrón para el resto. Para darles color se usaba leche de vaca recién parida y se tostaba el calzado al fuego.

Los zapateros de la madera, es decir, los albarqueros han de tener mucha habilidad, destreza y paciencia para realizar esta labor. Este monumento es un homenaje a Amado Gómez, “Amado el de Carmona” como lo conocían, maestro artesano de este oficio que requiere un don especial.

Casonas de la Calle Joya y Casona de Cossío

Junto con la Calle del Sol, la Calle de la Joya o la Hoya es una de las más interesantes de Carmona. La organización en hilera es muy común en Cantabria; por regla general a partir de una casa llamada matriz, se iban adosando el resto de casas que solía tener algún lazo familiar. En este caso, algunas están reformadas, pero conservan parte de ese estilo de los siglos XVII y XVIII a los que corresponden.

La primera es una casa sencilla donde destaca el muro de la solana, construido con tablas de madera. A su lado tenemos una casa bastante alargada en su fachada. Tiene dos arcos de medio punto separados entre sí formando dos viviendas. El siguiente edificio ha sido reformado. Así en la planta baja se ven dos arcos y uno de ellos está medio tapiado por la división del edificio en dos hogares. Destaca el soportal profundo que nos descubre un arco de entrada, indicando que está construido sobre una casa llana. El primer piso no tenía balcón, solo eran huecos de ventanas al que posteriormente se le añadió este balcón volado. El resto de detalles como escudos, dibujos en color… han desparecido.

La última es la Casa de Cossío y Mier, apellidos que ya hemos mencionado en alguna que otra casa. Es una de las más interesantes de Carmona, construida en el siglo XVII. Buena piedra de sillería en toda la fachada nos indica la buena posición económica del dueño que la mandó construir. En la planta baja, en la actualidad vemos tres arcos pero en sus inicios fueron cuatro (se aprecia cómo está cegado haciendo de cuarto lateral). Como muchas casas de Carmona de esta época, en lugar de solana o balconada, tienen dos balcones volados. Dentro del soportal podemos ver un calvario, varios motivos florales y la fecha de construcción, 1670, junto con los apellidos Cossío y Mier. Actualmente son dos viviendas como vemos en la planta primera por sus balcones separados. A destacar es el escudo de armas de Cossío, Mier y Calderón. Debajo de este aparece una inscripción que alude a los lemas de cada uno de los apellidos.

Casona de la Nozalea

Está al final de nuestro recorrido, en el barrio que lleva su mismo nombre. El topónimo se refiere a una serie de nogales que ocupaban la zona y que desaparecieron tras una riada. Es una casa del siglo XVII, distinta a los modelos hasta ahora visitados. Tiene en la puerta de entrada una curiosa decoración tallada en la sillería a modo de líneas que se corta en las esquinas. En la primera planta no tiene balcón sino dos ventanas. Entre ambas se encuentra un escudo con las armas de Celis, Cossío, Terán y Mier, así como la fecha de construcción: 1653.