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La visita autoguiada que proponemos de Los Tojos a Colsa, sigue una de las antiguas vías de comunicación con Castilla. Fue muy transitado durante siglos: Foramontanos, gentes que partieron en el siglo IX a repoblar Castilla, comerciantes, artesanos y personajes ilustres como el rey Carlos I de España y V de Alemania, siguieron los mismos pasos que nosotros llevaremos. Así mismo, su ubicación estratégica en una cota media-alta, permitía ser los vigilantes de los valles del río Saja y el Argoza. Eso supuso su pronta formación, conociéndose datos de ambos en la época medieval. Este sencillo paseo es una mezcla de arquitectura popular combinado con las fantásticas vistas que ofrece el recorrido que finaliza en el Mirador de Peña Colsa.

Comenzamos el recorrido en el pueblo de Los Tojos. Su organización lineal nos marca claramente el antiguo camino de Castilla. Es uno de los mejores ejemplos que hay en Cantabria. Seguiremos esta línea donde encontraremos algunos ejemplos de arquitectura montañesa. Luego nos acercaremos hasta el pueblo de Colsa. De camino podremos disfrutar de las vistas de las montañas que nos rodean. Una vez llegamos a nuestro destino, en un breve paseo observaremos la evolución de las casas y los restos de la iglesia. Para finalizar, tomaremos el camino que lleva hacia Saja, donde el mirador de Peña Colsa nos muestra una espectacular vista del valle alto del río Saja.

LOS TOJOS

  Hilera de casas de la carretera

Al entrar a Los Tojos vemos una serie de casas adosadas unas a otras. Se trata de una hilera: esta forma de construcción es muy típica en zonas rurales, suele partir de una primera casa o también llamada “casa matriz”. A partir de ahí van construyendo casas adosadas que comparten uno de los muros llamado medianil; en lugar de construir 4 paredes se hacen 3, lo cual supone un ahorro económico importante. En muchos casos, estas casas eran construidas por los hijos o parientes de los dueños de la primera casa, uniéndolas en este caso lazos familiares. Su orientación habitualmente es Sur- Sureste, hacia la zona más soleada y más protegida de los vientos fríos y húmedos del Norte.

  Casa de Pepón

Tras pasar el lavadero encontramos la Casa de Pepón, que hoy en día funciona como negocio de hostelería. Es una casa muy reformada aunque en uno de sus laterales podemos apreciar un escudo de armas. En él aparecen las armas de los apellidos familiares; a los lados se puede leer la siguiente inscripción: “Estas armas son de Pedro González, Ríos, Gómez, Linares y Cossío, descendiente de la dicha casa”.

El Príncipe Carlos, futuro Carlos I de España y V de Alemania, en su primer viaje a la Península Ibérica para tomar posesión de sus Reinos Hispánicos, durmió en el pueblo de Los Tojos. La tradición popular dice que tuvo que alojarse en la antigua hospedería de Pepón ya que un fuerte temporal le obligó a abandonar el pabellón donde se alojaba con su comitiva. En el siguiente enlace pueden ver el relato completo de Laurent Vital, cronista de Carlos V.

  Hilera de casas con tallas en la solana

De nuevo encontramos una hilera de casas. La orientación es Sur, como viene siendo habitual siempre que el terreno lo permita. En este caso han desaparecido los soportales en los que se realizaban las labores de desgrano de alubias, maíz… y los trabajos de madera conocidos en la zona como garaúja.

LA GARAÚJA

Los inviernos en estas zonas eran duros. Ello obligaba a mantener el ganado estabulado en las cuadras y a suspender las labores agrícolas. Así otra actividad surgía para complementar los ingresos económicos: la artesanía de la madera o Garaúja. Muchos portales se usaban como talleres y allí se encontraban herramientas sencillas como sierras de mano, azuelas, hachas, legras que con mucha habilidad manejaban para hacer rastrillos, garios (para ventear la paja y el trigo), horcas, bieldos, cebillas (tipo de collar de madera para atar el ganado) y diversos objetos para el uso doméstico. La madera que se usaba era la que se encontraba en los montes de Los Tojos: haya, abedul y avellano principalmente.

Estas labores ocupaban todo el invierno y parte de la primavera. A finales de mayo, las horcas, mangos…etc se sometían a la “jumera”: se colocaban estos utensilios entorno a una hoguera, sin que el fuego llegase a la madera. Con ese calor y el humo se terminaba de secar la madera haciendo que fuese más resistente y duradera. A la hora de la venta, los más “tostados” eran los más valorados, los de madera más clara eran rechazados por considerar que era madera verde.

Cuando estaba todo preparado, era la hora de salir a vender los aperos y útiles. Su destino eran las ferias de Castilla. A primeros de junio salía un desfile de carretas chillonas cargadas con los objetos a vender, parte de la familia y un equipaje ligero: una sartén, un puchero, una fuente, tres cucharas, una garrafa de agua, un balde y algo de ropa. La comida se adquiría por el camino mediante el trueque. Había dos caminos: los que partían de Correpoco o Bárcena Mayor iban por la ruta de Mobejo, y los que salían de Saja, Colsa o Los Tojos tomaban el camino de Venta Vieja. Ambos se unían cerca de la Venta de Tajahierro, en el puerto de Palombera. Cuando se iban acercando a los pueblos, la gente los reconocía por los “chillidos” que emitían las carretas: el carro chillón, el más usado en Cantabria, recibía este nombre porque el eje giraba al mismo tiempo que las ruedas y rechinaba en cada giro. Hasta Osorno (Palencia) iban todos juntos, allí luego partiría para las diferentes ferias. Un ejemplo de distancia: desde Bárcena Mayor a Valladolid llevaba 8 días.

Hacia 1925, la mayoría de los maderistas decidieron llevar la garaúja hasta Reinosa y desde aquí en tren hasta los distintos puntos de destino. A principios de los años 30 aparecen los intermediarios que compran los aperos en los pueblos y los llevaban en camiones. Durante la Guerra Civil se paraliza esta actividad. Tras este período se reanuda la actividad pero la demanda es mucho menor, y el comercio con Castilla va decayendo. Actualmente en los pueblos hay artesanos que siguen haciendo en los portales estos objetos.

Respecto al trabajo en madera, tal era la calidad del trabajo de los ebanistas que se forma la Escuela de Mueble Montañés de Los Tojos. Durante los siglos XVI y XVII fue cuando mayor fama alcanzó.

  Casa con dos arcos

Esta casa de grandes dimensiones, tiene dos arcos en la parte baja con una decoración de taqueado y solana (o primera planta) de poca altura. Aquí vemos unas ventanas, de tendencia renacentista, y dos balcones. La fachada principal está construida en piedra de sillería, piedra buena y tallada, que nos indica la importancia siendo una de las de mayor valor arquitectónico del pueblo.

  Iglesia de San Miguel

En este lugar se sabe que era el lugar tradicional de reunión de los concejos de Colsa y Los Tojos.

Sabías que… los “Concejos” eran entes administrativos que controlaban la vida económica, administrativa y social del mundo rural en el Antiguo Régimen, en donde participaban todos los vecinos para gestionar sus intereses comunes. Se reunían en Concejo Abierto, es decir, reuniendo a todos los habitantes de la localidad que tuvieran la condición de vecino; en este contexto, los solteros emancipados y las mujeres casadas o viudas carecían de este derecho, contando como almas, pero no como vecinos. Eran convocados por la autoridad de la comunidad (los regidores), normalmente a son de la campana y en el pórtico de la Iglesia.

El edificio es de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. Es de planta rectangular cubierto por bóveda de crucería. La sacristía y el portal se adosan al muro Sur. Su acceso es por un sencillo arco de medio punto. Al Oeste se encuentra una espadaña. En el interior resaltar el retablo de estilo Barroco y una pila bautismal.

  Casona La Colodra

Se trata de la única casona montañesa del pueblo de Los Tojos. Es una casa tipo con dos arcos en la parte baja, soportal y cuarto lateral o cuarto del peregrino. Su primera planta o solana, tiene balcón corrido y la orientación es Sureste. Actualmente es un alojamiento turístico.

Para conocer con más detalle los elementos y la evolución de la casona montañesa recomendamos visitar el apartado de  Arquitectura Rural.

  Casa de los Perros

Es una sencilla casa con soportal y solana. Lo más llamativo es el escudo de armas que hay en uno de sus laterales; se distinguen dos leones rampantes y está timbrado con un yelmo pero las armas apenas se aprecian. Según la tradición popular, en ella se hospedó Adriano de Utrech (el que años más tarde llegara a ser Papa, con el nombre de Adriano VI), cuando en 1517 acompañaba al futuro Carlos I.

Dejamos atrás el pueblo de Los Tojos con dirección a Colsa. Tenemos poco más de 1 kilómetro hasta llegar allí. Este momento lo aprovecharemos para disfrutar de las vistas que nos ofrece el camino: la silueta en forma de “serpiente” de Los Tojos, esa hilera de casas entorno al camino, con el monte Correpoco y el Serradores al fondo. Poco antes de llegar a Colsa, en el centro de una finca privada, a nuestra derecha, se ve un pequeño recinto cerrado con una verja y árboles; se trata de la Fuente del Dujo, una construcción de origen visigótico.

COLSA

Llegamos a Colsa, pueblo más alto del municipio de Los Tojos con 730 metros de altura. Un pueblo que sufrió la despoblación durante tiempo debido a la emigración de sus habitantes hacia zonas industriales. Hoy en día, parte de las viviendas se han convertido en segundas residencias o en alojamientos turísticos.

Del pueblo destacaremos dos hileras y los restos de la iglesia.

  Casa de la hilera de la Portilla

Esta hilera de casas es similar a las que ya hemos visto en Los Tojos. Destacamos la primera de las casas; a pesar de su estado, es un buen ejemplo de casa montañesa que conserva algunos elementos originales. En la parte baja se abre una puerta y una ventana con marcos de madera. En la primera planta, los muros medianeros cobijan la solana (zona soleada de la casa) con una baranda que conserva los balaustres y aleros con alguna decoración.

El resto de edificios que lo siguen fueron cuadras y pajares donde se guardaba la hierba seca para alimentar el ganado en invierno. El pajar en este caso tiene una gran ventana llamada “bocarón” por donde se mete la hierba directamente del carro, o también en “coloños” (haz de hierba que se llevaba a las espaldas y que iba atada o bien con cuerdas o bien con belortos, finas ramas de avellano muy flexible). Estaban en muchos casos encima de la cuadra, así se podía tirar con menor esfuerzo la hierba desde el primer piso a las pesebreras.

MANCOMUNIDAD CAMPOO CABUÉRNIGA y LA TRANSHUMANCIA

Sejos-Sierra-Cordel

El ganado siempre ha jugado un papel importante en la economía de nuestra región. El movimiento estacional en busca de mejores pastos, la trashumancia o también conocida en la zona como “la muda”, es una costumbre que se practica hace varios milenios.

La zona donde se lleva el ganando de nuestro valle, es un territorio comunal con identidad propia de bosques y praderas, comprendido entre Campoo y el Valle de Cabuérniga. Se denomina Mancomunidad Campoo-Cabuérniga. Esta zona se rige por una ordenanza del año 1743 que regula, con una serie de calendarios, las fechas para subir el ganado a pastar, la distribución de los seles (prados donde duermen las vacas) y la tala de montes. Por ejemplo, a partir del 15 de junio suben a los puertos los ganados del valle Cabuérnigo.

Antiguamente vaqueros, sarrujanes y becerreros eran los encargados de cuidar el ganado hasta finales de septiembre u octubre. Para dar cobijo a éstos, cada pueblo tenía su cabaña que aún conservan. A finales de verano bajaban de los puertos, siendo un gran acontecimiento en el valle. Campanos y flores adornaban los animales haciendo un desfile o “una pasá”, costumbre que sigue viva.

Enlace: Características y reglamento de la Mancomunidad Campoo-Cabuérniga (pdf)

  Iglesia de Nuestra Señora de Las Nieves

Bajo la maleza adivinamos los restos de uno de los edificios religiosos más antiguos del municipio de Los Tojos. La iglesia tenía una sola nave de ábside cuadrado con una capilla y sacristía adosados. En el año 1702 situaba una inscripción la construcción de la capilla.

Había un pequeño cuarto que funcionó durante el siglo XIX como escuela, a la que asistían 13 alumnos. Del interior de la iglesia se rescataron una pila bautismal que se conserva en la Catedral de Santander, un sagrario barroco y varias tallas entre las que se encuentra una imagen gótica, actualmente en el Museo Diocesano de Santillana del Mar.

  Hilera de la Calle La Palma

En la parte de arriba de la plazoleta encontramos otra hilera de casas. En ella vemos una serie de casas sencillas en las que destacamos la talla en madera de las balconadas y aleros.

  Mirador de Peña Colsa

A pocos metros de la plazoleta, encontramos dos caminos: uno que sigue el antiguo camino de Venta Vieja hacia Castilla por el cordal de Tambuey, y otro que nos lleva el hacia el pueblo de Saja. Nosotros nos desviamos ligeramente a la derecha por este segundo camino. Llegaremos en poco más de cinco minutos a un balcón natural con una espectacular panorámica: el Mirador de Peña Colsa.

Un cartel, junto al monolito, nos identifica los puntos importantes en el paisaje: el pueblo de El Tojo, Peña Sagra, la Braña de la Frechilla, el Pico Fonfría y la propia Peña Colsa (685 metros). El monte que queda a nuestros pies es el Monte Colsa, de gran valor ya que su aislamiento y tranquilidad hace que numerosas especies animales lo utilicen como cuartel de cría o refugio. Destacar también Peña Colsa, donde especies como el Buitre leonado, utilizan sus repisas como posaderos y dormideros. Así que no es extraño ver a estos carroñeros sobrevolar la Peña.

Si aún quedan fuerzas, poco más abajo, hacia Saja encontraremos un humilladero.

Sabias que…

Los humilladeros, también conocidos como “Santucos”, eran pequeños edificios que se situaban a las entradas o salidas de los pueblos indicando el camino. Actualmente tienen un sentido religioso, aunque sus orígenes habría que buscarlos en la época clásica, en Grecia donde se usaban piedras marcajes en el camino que se denominaban herma, en honor al dios Hermes, deidad de las fronteras.

Es así como esa antigua tradición, la de ir dejando una piedra en el camino (que actualmente se hace en senderismo con las “apachetas”), una vez concluido el recorrido se va extendiendo por todo el dominio del Imperio Romano, llegando hasta la parte más occidental, que formaban lo que hoy conocemos como España y Portugal, sitios en los que, mezclados con tradiciones Celtas, en la parte norte de la península, van formando una serie de ideas en torno a la necesidad de buscar una protección divina al ir recorriendo los caminos. Vendrá luego la difusión del catolicismo y con ello todos los ritos paganos serán transformados en el culto a la cruz.

Los hay de diferentes tamaños. En nuestro caso se trata de un humilladero asubiadero (asubiar=guarecerse de la lluvia), y así protegía cuerpo y alma.